Cada mañana voy temprano a la oficina. Sé que si lo hago me
encontraré con Melania. Melania es la mujer que limpia el piso del Ministerio
en el que trabajo. El primer encuentro con ella fue fantástico porque la
encontré cantando una canción preciosa. Lo hacía mientras fregaba los cristales
de la mampara que separa la oficina que ocupo del pasillo. Hacía tanto tiempo
que no oía a alguien cantar mientras trabajaba que no dejé de sonreír y
escucharla. Esperé a que terminara. Me gustó que no interrumpiera el canto por
mi presencia, algo que temí desde el inicio. Cuando terminó le pregunté qué
canción era aquella, si era fang, donde la aprendió y algunas cosas más que
permitieron establecer una conversación de lo más interesante. Me dijo que eran un ngan, un cuento cantado. Mientras hablamos entra el inspector de la empresa que provee del
servicio y le pregunta a qué hora empezó a trabajar. Ella responde: a las
siete. El inspector anota la hora en una hoja. Cierra la puerta y se va. Ella
prosigue barriendo y fregando mientras contesta a mis preguntas.
No tarda mucho en aparecer el tema del idioma y me dice que
tengo que aprender algunas palabras de fang. Siquiera para permitir un
acercamiento más próximo a las gentes con las que trabajo y trabajaré. No le
falta razón. Acepto gustoso que me enseñe algunas palabras y expresiones. Ella
las dice, me las traduce y me invita a repetirlas una, dos, tres, infinitas
veces, hasta que más o menos aprueba lo que pronuncio. Anoto los sonidos, aún
no me atrevo a llamarlos palabras, en mi libreta. Ya me he atrevido a decir
alguna cosa cuando entro o salgo de algún establecimiento. Observo, más con
gozo que con sorpresa, que me responden y me sonríen. Saben que aún tengo mucho
que mejorar pero Abitzan, abitzan,
que significa poco a poco.
Claro, ella también se preocupa por mi situación y como me
va. Su instinto maternal y cuidador no le impide pensar y decirme que me va a
procurar una novia porque no es bueno que esté solo. Hasta me dice como se
dice: te quiero mucho, en fang. Me dice que lo guarde por si llega la ocasión. Esta Melania... es tremenda!
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