lunes, 7 de abril de 2014

Gazpacho

La receta es como sigue:

Se abre una papaya en su punto, se quitan las semillas y la piel. Se pasa por la batidora hasta que quede una consistencia cremosa. Mientras se añaden unas hojas de menta, una pizca de sal y un chorrito de limón. Se deposita en un plato de sopa y se pone en el congelador hasta que empiezan a aparecer unos minúsculos cristales de hielo.  Se saca del congelador y en  medio de esta sopa fría se deposita una o dos cucharadas grandes de yogur natural (podría también ser griego). Se sirve.


Para mí una delicia.


Claro, no es un gazpacho. Podría llamarse sopa fría de papaya. Pero me lo ha recordado.

domingo, 6 de abril de 2014

Notas

La ciudad encuentra su creación a final del siglo antepasado. Es por tanto una ciudad reciente.  Es cierto que había un puerto y unas instalaciones que le daban servicio, pero hablar de una ciudad es otra cosa.  Un asentamiento no es una ciudad. Hay razones de tamaño. Además una ciudad no tiene construcciones precarias, ni fragilidad política, ni dependencias culturales. Una ciudad es un ser vivo: una mínima autonomía y una posibilidad de crecer. Pero debe de haber un mínimo molde, un plano sobre el que configurarse. El urbanismo, esta forma de crear el espacio de lo común, no puede hacerse de cualquier modo.  Este plano no fue el del principio racionalizador de la malla ortogonal. Fue quizás el de la semejanza inconsciente con la aldea propia y del sueño de la villa jardín. La función era el aprovechamiento de algunos relieves para la defensa y la colocación de las casas a lo largo de dos o tres calles que comunicaban el perímetro y permitieran delimitar una plaza con funciones públicas y religiosas.  En este espacio iban a convivir los colonos (los prazeiros) que dejarían sus aringas y los libertos que harían los mismo con sus mussitos.

Desde los primeros momentos se manifestaron las dificultades por mantener higiénico el lugar y conseguir una suficiente producción agrícola, para completar la pesca abundante. Problemas que hoy siguen igualmente presentes, aunque por primera vez en decenios este año, toco madera, en la provincia aún no ha habido ningún caso de cólera. 

El  promontorio sobre el que habría de construirse la ciudad fue tomado por las Companhia do Niassa y sobre estas construcciones comerciales se desarrolló la ciudad. Todavía pueden verse.

Lo que había de ser el punto de salida de las aún inciertas producciones del interior terminó siendo el punto de llegada de los defensores coloniales. Los intentos de independencia del norte del país amenazaban el estado o, al menos, una forma de entender la vida.  El esperado comercio fue sustituido por la milicia y la administración, las manifestaciones del poder colonial.

Aquellas primeras construcciones, aún precarias, durarían poco, hasta el 1914, cuando la ciudad fue devastada por un ciclón, sin duda más potente que el que, cien años después, acabamos de pasar.


Escribo todo esto mientras mantengo frescos en mi cabeza las calles y los edificios de esta ciudad por la que circulo o camino como si lo hiciera por una ciudad bombardeada. Ahora estas imágenes van adquiriendo la forma de postal y así quedarán por lo menos durante el tiempo que tarde en volver.