El hombre que tenía que derribar la casa ha terminado su
trabajo. Le ha llevado no menos de dos meses. Cada día empezaba temprano y
terminaba poco antes de que se acabara la tarde. Solo con su maceta y sus
manos. No he podido ver nada mecánico. Con sus maceta y la fuerza de sus
brazos, claro. No es un trabajo fácil. Cuando había de encaramarse a lo más
alto construía un andamio de fortuna y, desde allí, golpeaba lo que fuera: el
muro, la pared, la columna, el dintel o lo que se le pusiera por delante. Luego
recogía los escombros para poder tener un paso franco por lo que fue el pavimento.
Me sorprendía que nunca hubiera muchos acumulados. Los almacenaría y los
sacaría durante el día. No sé a dónde los llevaba porque ni tenía todo el
tiempo para observarlo, ni la vista me alcanzaba para ver más allá del solar en
el que acabaría convirtiéndose la casa. Seguramente la lluvia, tan frecuente en
esta época, era lo que le molestaba más. Cuando llovía no trabajaba y se
quedaba guareciéndose en un cobertizo, esperando a que amainara. Probablemente
el agua hacía resbaladizo el suelo sobre el que se apoyaba o los materiales que
golpeaba o simplemente le fastidiaba lo suficiente como para preferir
descansar. Porque cuando no llovía no descansaba. Solo al final de la jornada,
cuando se bañaba con un balde de agua y con una botella de jabón en medio de lo
que había conseguido derrumbar. Luego se vestía con ropa chillona y hasta el
día siguiente. Así día tras día hasta
terminar. Bueno, han quedado solo las varillas, el armazón de las columnas que,
como nervios verticales y delgados, permanecen en el espacio ahora libre y
diáfano. Si no quieren aprovechar las varillas habrá que venir con una sierra
circular o con algo realmente potente para arrancarlas. Hay cosas que realmente
cuestan de sacar, ni de cuajo puede hacerse. Hay que cortar. Otra cosa sería,
si quieren hacer una nueva casa, aprovecharlas para reconstruirla con las
mismas varillas. Pero me da que no va a pasar.
Quién sabe...tal vez reconstruya sobre lo que quedó con la misma perseverancia con la que derrumbó.
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ResponderEliminarNada es previsible ... Todo es posible... Y en África mucho mas
ResponderEliminarEn africa supongo ..todo es posible ..superando barreras cada dia que parecen imposibles ..un saludo
ResponderEliminarEn africa donde no existe el reloj..todo se fabrica con sus manos ..lentamente .sin horarios ..saludos
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