miércoles, 5 de febrero de 2014

Sueltos

El sábado pasado presencié el accidente fatal de un motorista con un todo terreno. Ahorro los detalles. La inmensa mayoría  de los conductores y pasajeros de motos no llevan cascos. No es extraño ver en la moto tres y cuatro pasajeros con sus equipajes. A veces es una familia entera, a veces compañeros de trabajo. He llegado a ver en una moto una cabra como pasajero. Los mismos policías de tráfico van a en moto sin casco y ocasionalmente multan a motoristas sin casco. La compra de una moto, para incentivar la prudencia, incluye siempre un casco. Pero lo que deduzco es que lo deben guardar en casa. Paradójica y sorprendentemente anteayer vi un ciclista con casco de moto: creí ver un marciano.

Hace días que no escribo en el blog. Pero cada día he pensado en hacerlo. Estaba esperando la disposición del ánimo para eso. A menudo cuesta tanto transformar las sensaciones, las ideas, las vivencias en palabras. Y tal vez esto es menos difícil que ponerlas en algo mínimamente presentable. Hoy creo que puedo enviar algo, modesto, pequeño, como los sueltos en unas páginas interiores de un diario personal que busca acercarme a algo, a alguien nunca sé muy bien quien es, pero que intuyo. Esto importa bastante menos que la ayuda que obtengo, que me doy, cuando tecleo.


Ayer pensaba que si en el Índico se diera el oleaje que ha habido en España los días pasados, los efectos sobre mi casa serían los de un verdadero tsunami. Ahora veo alejarse la tormenta sobre el mar. Ya ha anochecido y los relámpagos dan a la inmensidad del espacio marino la apariencia de un teatro wagneriano. Las nubes fulminadas, los resplandores, el zigzagueo de las luces, los reflejos sobre las aguas, el rielar de los rayos se abre ante mis ojos como la paz que me acompaña tras la tempestad. Pero ahora que termino a escribir esto todo vuelve a empezar, vuelve a descargar. Es como la vida…

No hay comentarios:

Publicar un comentario