jueves, 30 de enero de 2014

Naturalidad

Mil millones de personas se estima que en el mundo practiquen el fecalismo a cielo abierto. Con estas magnitudes no es extraño que en este entorno, que dispone de tan pocas facilidades para para poderlo hacer con la privacidad y la intimidad con la que solemos hacerlo en otras latitudes, uno se encuentre con una relativa facilidad personas obrando.  Caminar en las cercanías de la ciudad o de los barrios exige una cierta atención para ver donde pone uno los pies.

Lavarse es otra de las prácticas que, en ausencia de una casa de banho, uno tiene que hacer diariamente en un lugar apropiado. Así pues, no es extraño tampoco ver a las personas lavándose en algún lugar medianamente protegido. La desnudez inherente se revela natural en este espacio de tiempo, que contrasta con el puritanismo con el que se muestran vestidos. A mí me llama la atención como frotan las plantas de los pies contra las piedras planas, dispuestas en el suelo, para limpiar y alisarlas.


Ver a dos muchachos jóvenes, o no tanto, de la mano por la calle no indica que se trate de ninguna pareja. La amistad la expresan en el mismo sentido que en nuestras calles habíamos visto a las muchachas y que poco a poco ha ido desapareciendo.  


No hay comentarios:

Publicar un comentario