Naturalidad
Mil millones de
personas se estima que en el mundo practiquen el fecalismo a cielo abierto. Con
estas magnitudes no es extraño que en este entorno, que dispone de tan pocas
facilidades para para poderlo hacer con la privacidad y la intimidad con la que
solemos hacerlo en otras latitudes, uno se encuentre con una relativa facilidad
personas obrando. Caminar en las
cercanías de la ciudad o de los barrios exige una cierta atención para ver
donde pone uno los pies.
Lavarse es otra
de las prácticas que, en ausencia de una casa
de banho, uno tiene que hacer diariamente en un lugar apropiado. Así pues,
no es extraño tampoco ver a las personas lavándose en algún lugar medianamente
protegido. La desnudez inherente se revela natural en este espacio de tiempo,
que contrasta con el puritanismo con el que se muestran vestidos. A mí me llama
la atención como frotan las plantas de los pies contra las piedras planas,
dispuestas en el suelo, para limpiar y alisarlas.
Ver a dos
muchachos jóvenes, o no tanto, de la mano por la calle no indica que se trate
de ninguna pareja. La amistad la expresan en el mismo sentido que en nuestras
calles habíamos visto a las muchachas y que poco a poco ha ido desapareciendo.
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