Balalaika
Había una vez un
soldado que estaba haciendo prácticas en las estepas siberianas para mejorar
sus habilidades pilotando el Микоян и Гуревич МиГ-21. Tras algunos divorcios
había conseguido tal estabilidad en su vida afectiva que decidió, no solo
ausentarse por un año de su casa situada en uno de los más exclusivos complejos
militares del país, sino dar
poderes a su preciosa mujer para que
pudiera administrar sus bienes.
Quién maneja una
Balalaika es un tipo especial. Ha nacido soñando con el espacio abierto y, a la
vez y esto no es menor, ser capaz de concentrarlo en un instante para que el
arma que lleva en la tripa impacte contra otro pájaro de hierro y de fuego. Ha
de ser un tipo capaz de vencer al vértigo y de ubicarse en lo imposible, en las
mil dimensiones del aire y no perder el sentido ni el aliento.
Un tipo de estos
ha tenido una formación de lujo. Arriesga cada día la vida, pero sabe de todo y
le pagan muy bien. Le harán mil
entrevistas, exámenes, le mirarán la sangre y lo que no se puede escribir.
Estudiará miles de horas. Entrenará diez mil, en el aire, en el mar y en la
tierra. Habitará las aulas y las salas de mapas más que su propia casa. Llegará
al límite de sus capacidades y deberá decidir y vencer. Romperá la barrera del
sonido y soportará todas las gravedades. Tantas que no sabrá caminar al poner
los pies en el suelo.
Puedo entender
que joda que la mujer que amas y en la que has depositado toda tu confianza te
robe y esté compinchada con tu hijastro para plumarte todo lo que tienes. Pero
de esto a que regreses de sorpresa desde los confines del círculo polar ártico
y que les descerrajes un tiro a ella, a él y a ti mismo hay un abismo. ¿Qué te
pasó, brother?
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