En el trabajo hay muchas ocasiones para conocer el trabajo
de otras personas e instituciones. Hoy cuento el trabajo de Herme. Herme
pertenece a una orden religiosa, es enfermera jubilada y ahora dedica su tiempo
a compartirlo con niños y adolescentes con necesidades especiales. Estas necesidades
especiales es la denominación políticamente correcta, que una señora de Estados Unidos colocó en un
póster para homenajear su trabajo junto con unas fotografías y unas frases conmovedoras,
para denominar a quienes padecen síndrome de Down, parálisis cerebral, sordomudez,
ceguera, psicosis, autismo y otras condiciones de salud.
Cada día cuida y acompaña a dos grupos con los que pasa ocho
horas. Con un grupo cuatro horas por la mañana y con el otro otras cuatro por
la tarde. No solo es que lleguen al local donde van a pasar este tiempo, es que
ella sale y los recoge en su camioneta casa por casa. Luego, al finalizar el turno, los devuelve. En
este tiempo o cuidan de un huerto o pasean por el campo si no llueve, o están
en el local haciendo trabajos en consonancia con sus capacidades y con su edad.
Siempre tiene además algo que darles de comer. El ambiente que se respira es el
de una gran felicidad. La colaboración y el cariño entre todos los que allí
están se palpan por todas partes. Las visitas, como pude comprobar, siempre son
bienvenidas. Estos déficits afectivos y sensoriales derivados no sé si tanto de
estos problemas de salud como por las reacciones que los normales solemos tener
con ellos, provocan rápidamente el contacto. Casi sin que te des cuenta te
están abrazando, te besan, te tocan, te invitan a que te sientes en sus mesas para compartir los dibujos o el trabajo
que están haciendo, te piden que supervises las sumas que hacen en la pizarra,
que observes sus manualidades, en fin, que estés por ellos y que sientan y que
sientas que son.
Todo esto que cuento seguro que pasa al lado de cualquier
casa en cualquier lugar del mundo. Como siempre con todas estas cosas no hace
falta ir tan lejos, pero por alguna razón aquí lo siento más cercano y seguro
que debo estar más dispuesto. No busco las razones. Solo lo vivo, lo siento, lo
duermo y lo cuento. Apenas lo pienso, como si al pensarlo se me fuera de las
ganas.
No me salió hacer ninguna foto de la visita. No me salió. Me
falta el instinto del fotógrafo. Pero retengo en mí todavía sus miradas y sus
gestos. Me acompañan y dan sentido a todo. Como se lo da a Herme y muchas y
muchos más que como ella son capaces de hacer de la entrega la razón esencial
de su existencia. Este es un ejemplo más. Otro día comentaré el de los viejitos
y otros que me están saliendo al paso.
Para que acordara me regalaron un llavero hecho con la
cáscara de una fruta con el perfil de África. Para que no me olvide.
Jo tinc una personeta a la familia que es podria trovar en aquest cas. Per una inmensa sort a la vida esta rodejat de l'amor de tots els de la familia. Entenc perfectament que no fessis fotos.
ResponderEliminarNomes algun professional "de veritat" seria capaç de fer.ho sense ofendre. Nosaltres no ho som, et felicito per no haber.ho fet. Fes-ho si alguna vegada ets capaç de captar "allo" que mostra pero no es ofensiu. Potser trobaras el moment. Si el troves estic segura de que ho faras excelentment. Ells també tenen el dret de ser visibles, pero amb amor al cuadrat. Gracies estimat JL per compartir els teus moments
Com sempre la discrecio acompanya a JL
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