sábado, 28 de marzo de 2015

Llavero

En el trabajo hay muchas ocasiones para conocer el trabajo de otras personas e instituciones. Hoy cuento el trabajo de Herme. Herme pertenece a una orden religiosa, es enfermera jubilada y ahora dedica su tiempo a compartirlo con niños y adolescentes con necesidades especiales. Estas necesidades especiales es la denominación políticamente correcta, que  una señora de Estados Unidos colocó en un póster para homenajear su trabajo junto con unas fotografías y unas frases conmovedoras, para denominar a quienes padecen síndrome de Down, parálisis cerebral, sordomudez, ceguera, psicosis, autismo y otras condiciones de salud.

Cada día cuida y acompaña a dos grupos con los que pasa ocho horas. Con un grupo cuatro horas por la mañana y con el otro otras cuatro por la tarde. No solo es que lleguen al local donde van a pasar este tiempo, es que ella sale y los recoge en su camioneta casa por casa.  Luego, al finalizar el turno, los devuelve. En este tiempo o cuidan de un huerto o pasean por el campo si no llueve, o están en el local haciendo trabajos en consonancia con sus capacidades y con su edad. Siempre tiene además algo que darles de comer. El ambiente que se respira es el de una gran felicidad. La colaboración y el cariño entre todos los que allí están se palpan por todas partes. Las visitas, como pude comprobar, siempre son bienvenidas. Estos déficits afectivos y sensoriales derivados no sé si tanto de estos problemas de salud como por las reacciones que los normales solemos tener con ellos, provocan rápidamente el contacto. Casi sin que te des cuenta te están abrazando, te besan, te tocan, te invitan a que te sientes en sus  mesas para compartir los dibujos o el trabajo que están haciendo, te piden que supervises las sumas que hacen en la pizarra, que observes sus manualidades, en fin, que estés por ellos y que sientan y que sientas que son.

Todo esto que cuento seguro que pasa al lado de cualquier casa en cualquier lugar del mundo. Como siempre con todas estas cosas no hace falta ir tan lejos, pero por alguna razón aquí lo siento más cercano y seguro que debo estar más dispuesto. No busco las razones. Solo lo vivo, lo siento, lo duermo y lo cuento. Apenas lo pienso, como si al pensarlo se me fuera de las ganas.  

No me salió hacer ninguna foto de la visita. No me salió. Me falta el instinto del fotógrafo. Pero retengo en mí todavía sus miradas y sus gestos. Me acompañan y dan sentido a todo. Como se lo da a Herme y muchas y muchos más que como ella son capaces de hacer de la entrega la razón esencial de su existencia. Este es un ejemplo más. Otro día comentaré el de los viejitos y otros que me están saliendo al paso.


Para que acordara me regalaron un llavero hecho con la cáscara de una fruta con el perfil de África. Para que no me olvide. 

2 comentarios:

  1. Jo tinc una personeta a la familia que es podria trovar en aquest cas. Per una inmensa sort a la vida esta rodejat de l'amor de tots els de la familia. Entenc perfectament que no fessis fotos.
    Nomes algun professional "de veritat" seria capaç de fer.ho sense ofendre. Nosaltres no ho som, et felicito per no haber.ho fet. Fes-ho si alguna vegada ets capaç de captar "allo" que mostra pero no es ofensiu. Potser trobaras el moment. Si el troves estic segura de que ho faras excelentment. Ells també tenen el dret de ser visibles, pero amb amor al cuadrat. Gracies estimat JL per compartir els teus moments

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  2. Com sempre la discrecio acompanya a JL

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