Olor de mango
Que la manera de
trabajar no es la misma a los veinte, que a los cuarenta, que a las puertas de
los sesenta, parece fuera de toda duda. Ahora es el tiempo más del porqué y del para qué, que el del qué o el del
cómo, sabiendo que todas estas preguntas son importantes. Y este tiempo requiere
de más tiempo. Requiere de más paciencia y de más pedagogía. Requiere de más comprensión
y precisa bajar hasta lo hondo. Me temo o, mejor, espero que más adelante, tal
vez en la frontera de los ochenta, si se alcanza, la dimensión ha de ser mucho
más apasionante y los límites inmensos. Pero ahora, detenido en el momento presente,
entre el olor a mar que me llega desde la derecha y el de mango que me alcanza
por la izquierda, gozo y me reta cada instante del trabajo que ha de venir
mañana. La verdad, estoy feliz y agradecido por lo que cada día enfrento. La
dosis de incertidumbre y de sorpresa con la que los acontecimientos suceden, lo
imprevisible, la aparentemente arbitrariedad con la que las decisiones son
tomadas, forman parte del escenario cotidiano. El juego de cintura, la
adaptación, la flexibilidad, la observación, la paciencia, la calma, la
creatividad, la resistencia y la
resiliencia son atributos imprescindibles no solo para permanecer, sino para
ser y seguir siendo útil en el trabajo y
en la vida. Lo del aquí y el ahora me parece superfluo mencionarlo. Ya se sabe.
En realidad todo esto ya se sabe. Pero nunca como ahora he percibido todo esto
con tanta claridad y con tanta gratitud.
Otras cosas.
Lecturas de estos días: 1, Victus, de Alberto Sanchez Piñol para entender lo
que pasa y seguramente pasará en nuestra querida tierra catalana. 2, Testo
Yonqui, de Beatriz Preciado, perturbador heavy metal (Vivo en un mundo donde
muchas cosas que pensaba que imposibles son posible, Guillaume Dustan, 1996)
pero esencial para comprender buena parte de nuestro mundo. 3, El secreto de la
flor de oro, de Carl Gustav Jung (Cuando las ocupaciones vienen a nosotros se
las debe aceptar; cuando las cosas vienen a nosotros, se las debe discernir
hasta el fondo, Lü Dsu).
Música final:
Escuchar a Elina Garanca y a Anna Netrebko en el duo de las flores de Lakmé, de
Delibes y respirar. http://www.youtube.com/watch?v=M9NK-EbUAao
Atender al olor
del mango.
Escric aquesta petita nota només perque sapigués que segueixo els teus escrits i que em resultan reconfortants (crec que no es la paraula que busco, pero es l'ha que mes s'apropa al que em fan sentir). De cops, la teva forma d'escriure, tan poetica, em deixa sense paraules, envejo la teva escriptura.
ResponderEliminarSento l'olor del mango, com si l'estigués menjant, a que s'et quedan les mans totes enganxifoses d'aquest suc tan bonissim, oi?
Molts petons desde Barna
Gràcies pel comentari Isabel que surt de l'ànima i que és una raó més que afegir al fet d’escriure. Si, se’m queden les mans enganxifoses, la boca plena de sabors, textures i olors que rellisquen gola avall i nas amunt. Entre les dents es posen aquests fils de la llavor que costen tant de treure i que sovint ni amb la raspallada basta per treure’ls...
EliminarMolt per a tu també.
Bon dia des de l'eixample !!! Com l'altre Isabel... Jo avui llegint l'escrit he olorat a mango... I he captat el sentiment d'un home en la seixantena que viu la vida treient.li el suc quasi com als mangos !!! Una abraçada
ResponderEliminarGràcies Isabel (ai, les isabels, com escriuen i m'emocionen...), Un abraçada que s'estén...
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