Casablanca
Un amanecer de luz y un anochecer de fuego fueron los hitos del lapso que
marcó la jornada de siete días. Efectivamente, una semana pasada en Marruecos.
Sigo trabajando en un proyecto de higiene y salubridad allá. Ha interrumpido mi
estancia en Mozambique y he experimentado el efecto. He visto un país en algunos aspectos nuevo o,
por contraste, me lo ha parecido. No sé si vivo permanentemente engañado, pero
la realidad salta hecha añicos cuando las diferencias aparecen súbitamente.
Si Maputo no es Pemba; ni Pemba, Montepuez;
ni Montepuez es M’Tete. Tampoco
Mozambique es Marruecos; ni Marruecos, España; ni España, Nueva Zelanda (qué
difícil es escribir y puntuar esto). En cada salto, sorpresas y asombro. Incesantes.
Espero que no confusiones. De todos modos habrá que protegerse de estas. Hay
que tener cuidado. Nada, o casi, es lo que parece.
Marruecos tiene, seguro que también para los mismos africanos, la condición
de puerta de un nuevo mundo. Más que puerta es atrio. Y es atrio amplio, de
casa grande. Nunca escribí de Marruecos. Lo leí y lo sigo leyendo. Pierre Loti
me enseñó buena parte del camino. Tal vez más que esto, me enseñó la forma mental de
recorrerlo. El viaje a Fez, recorrido solo por caminos de palabras, es mi guía.
Fez espera, como me espera el Toubkal. Si he de llegar, llegaré. Secretamente lo
espero. Lo espero como los secretos y los deseos que he de mantener callados
para conjurar su incumplimiento.
Mientras, el trabajo del que no digo mucho. Seguro que no hablaré mucho de este viaje. Solo puede ser que se me escapen cosas. Tal
vez mencionar cosas como los perros vagabundos, los hígados llenos de quistes,
las moscas, los vertederos. Tal vez citar la mirada cuando dejo de ser profesional y soy aprendiz de visitante y veo y, sobre todo, huelo, el souk, los
pollos, el argán, las especies, el sándalo, la lista es interminable, entre
aquella multitud que es un cruce infinito de miradas que tejen redes de
evanescentes pensamientos. Tal vez hablar de la sensación de cuando me desvisto
para tenderme en el suelo del hammam y sentir el agua, el sudor, el jabón, la
piel que se deshace, las manos y la cercanía del descoyuntamiento que detienes
con un grito.
Es una entrada de blog. Me autolimito en las 300 palabras, a veces algo
más. No quiero extenderme mucho. Como he dicho, si han
de salir cosas nuevas, las soltaré. Me quedo ahora y sobre todo con las presencias de
Violeta y Guy. Estas que todo lo transforman y que hacen de lo efímero una
semilla de lo permanente que hace tiempo germinó. Tengo tanta suerte con quién
me encuentro en la vida, y sois tantos, que no puedo dejar de agradecerlo.
Graicas Josep Lluis por los 1000 guiños. Lo he leído con toda mi piel... Una semana fantástica. Y ahora, a esperar las rebajas !
ResponderEliminarGracias a ti Guy, siempre aprendo un montón de cosas contigo. Leemos las cosas como nos resuenan con lo vivido.
ResponderEliminarA cuáles? a las de invierno? a las de verano? a las del desmantelamiento?
Un abrazo