jueves, 31 de octubre de 2013

Descubrimientos

Descubro quién recopila cuentos mozambicanos de la tradición oral. Los cuentos son el enlace con los dibujos que los ilustran en una edición magnífica. Todo junto es un material para la dramatización, donde la expresividad natural debe ser una explosión de creatividad. Que suerte que tienen algunos niños. Pienso en ponerla en contacto con quién recopila cuentos contados debajo de los mangos y que son reescritos para integrar un volumen de la colección de los cuentos del mundo.

Los mangos están madurando y aparecen por todas partes. Se ven en lo árboles por su color maduro. Se ven en los mercados y en la aceras. En cualquier balde sobre cualquier cabeza. Se ven en las manos y en las bocas. Se los ve como chorrean por las comisuras de los labios o derramándose boca a dentro y boca afuera.  Se notas sus hilachas entre los dientes y se los ve en el suelo ya comidos, chupados, exprimidos, devorados o lamidos.

Descubro las dentaduras generalmente perfectas, los labios dibujados como por un pincel, los ojos y este cabello ante el que tengo que detener la mano para no acariciarlo. Descubro los colores de las capulanas generalmente ocres, marrones, tostados, amarillos viejo, amarillo ocaso, verdes, sepias, veronas, ámbar, borgoñas,  caobas, oro viejo,  crudos,  caquis, azafrán y mucho menos otros colores más vivos. Como si una seriedad natural, de naturaleza, concediera una gravedad y una seriedad distinguida a las mujeres de aquí. 

Descubro el oratorio de las monjas mercedarias, mexicanas ellas, con su altar hecho con un tronco de caoba, negro en su interior y que abrillantan con betún como si fuera un calzado. Descubro su capacidad de acogida y de entrega y lo bien que cocina Chico.

Descubro el mar cada tarde cuando me acerco a lo que llamo faro y me dejo sorprender por el atardecer rojo y grande, tan grande y tan rojo que parece de cine. De cine viejo, de película que te ha hecho llorar, que para esto se han hecho las películas.

Descubro que The dying animal es también una película. El libro que no quería leer nunca finalmente está en mis manos. Descubro que más allá de la Coixet, el que está detrás verdaderamente es Satie.


Descubro que se va un mes y entra otro y que los días se me escapan entre los dedos de la mano como el agua que sirve para lavarme la cara y me despeja y me hace sentir que sí, que estoy despierto y que nada es un sueño. 




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