viernes, 4 de octubre de 2013

Benefactor

Poco a poco se dieron las circunstancias y las casualidades que me permitieron saber más acerca del benefactor del cementerio.  Decir que solo es el benefactor del cementerio es probablemente injusto pues sus actos se extienden generosamente también al mundo de los vivos. No sólo porque paga los salarios de los trabajadores del camposanto, sino que desde tiempo su altruismo se dirige a los más necesitados y ha logrado un reconocimiento unánime. Todo este valor no está exento de algunas envidias, tristemente inevitables de la condición humana.  

Resultó que la finada fue su segunda esposa. Se llevaban muchos años, tal vez treinta o más. Con ella tuvo un hijo que se agregó a los tres de la primera esposa.  No sé, ni por ahora me interesa, los detalles de la ruptura y de la nueva relación. Lo dejaré para otro momento o para nunca. Ya se verá. Cada uno se sabe lo suyo y hay cosas de las parejas inescrutables. Pero lo que si voy a contar porque así me lo dijeron es que la segunda esposa enfermó. Ambos eran lusos de nacimiento aunque sospecho que más de la tierra que de la ex metrópoli.  Decidieron que fuera tratada en Portugal de un cáncer de que no se recuperaría. Allí fue donde falleció. Después su cuerpo fue trasladado a Pemba donde como sabemos está enterrada. El regreso del cuerpo, el funeral y el posterior cortejo, fueron una de las manifestaciones de duelo más grandes que se recuerdan. La catedral resultó insuficiente para aquel gentío. Me cuentan detalles de hasta las palabras que pronunció el hijo que no tendría más allá de 10 años.


Como ya conté el benefactor quiso hacer del cementerio un lugar limpio, dado que no se salvaba de la tónica general de la ciudad en la que la basura lo invade todo. Y quiso que no fuera solo para un día sino al menos hasta que él muriera. Arregló la sepultura de la esposa y dispuso una para él al lado, que le espera. Construyó cerca un pequeño cobertizo para los aperos de la limpieza y el almacenaje de algunos baldes con agua. En fin, todo aquello que se precisa para mantener las cosas limpias.




2 comentarios:

  1. A la segunda esposa tan querida, imagino que le gustaria el pollo al piri-piri o los gambones (o camaroes, no recuerdo bien como los llaman) deliciosos, ummm
    El cementerio mira hacia el mar?
    Si es asi, quizas la segunda esposa, querida, espera al alba tener la oportunidad de observar el rayo verde

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    1. El cementerio está en la cresta de la península que es Pemba. Por un lado, hacia el sur y más escarpado, mira al interior de la bahía. Hacia al norte mira al Índico. Seguramente, si se esfuerza puede llegar a ver la salida del sol y tal vez algún día la herirá el rayo verde, si no lo fue en vida cuando sorprendida se dejó hacer por el destino...

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