Benefactor
Poco a poco se
dieron las circunstancias y las casualidades que me permitieron saber más
acerca del benefactor del cementerio.
Decir que solo es el benefactor del cementerio es probablemente injusto
pues sus actos se extienden generosamente también al mundo de los vivos. No sólo
porque paga los salarios de los trabajadores del camposanto, sino que desde
tiempo su altruismo se dirige a los más necesitados y ha logrado un
reconocimiento unánime. Todo este valor no está exento de algunas envidias,
tristemente inevitables de la condición humana.
Resultó que la
finada fue su segunda esposa. Se llevaban muchos años, tal vez treinta o más.
Con ella tuvo un hijo que se agregó a los tres de la primera esposa. No sé, ni por ahora me interesa, los detalles
de la ruptura y de la nueva relación. Lo dejaré para otro momento o para nunca.
Ya se verá. Cada uno se sabe lo suyo y hay cosas de las parejas inescrutables. Pero
lo que si voy a contar porque así me lo dijeron es que la segunda esposa
enfermó. Ambos eran lusos de nacimiento aunque sospecho que más de la tierra
que de la ex metrópoli. Decidieron que
fuera tratada en Portugal de un cáncer de que no se recuperaría. Allí fue donde
falleció. Después su cuerpo fue trasladado a Pemba donde como sabemos está
enterrada. El regreso del cuerpo, el funeral y el posterior cortejo, fueron una
de las manifestaciones de duelo más grandes que se recuerdan. La catedral
resultó insuficiente para aquel gentío. Me cuentan detalles de hasta las
palabras que pronunció el hijo que no tendría más allá de 10 años.
Como ya conté el
benefactor quiso hacer del cementerio un lugar limpio, dado que no se salvaba
de la tónica general de la ciudad en la que la basura lo invade todo. Y quiso
que no fuera solo para un día sino al menos hasta que él muriera. Arregló la
sepultura de la esposa y dispuso una para él al lado, que le espera. Construyó
cerca un pequeño cobertizo para los aperos de la limpieza y el almacenaje de
algunos baldes con agua. En fin, todo aquello que se precisa para mantener las
cosas limpias.
A la segunda esposa tan querida, imagino que le gustaria el pollo al piri-piri o los gambones (o camaroes, no recuerdo bien como los llaman) deliciosos, ummm
ResponderEliminarEl cementerio mira hacia el mar?
Si es asi, quizas la segunda esposa, querida, espera al alba tener la oportunidad de observar el rayo verde
El cementerio está en la cresta de la península que es Pemba. Por un lado, hacia el sur y más escarpado, mira al interior de la bahía. Hacia al norte mira al Índico. Seguramente, si se esfuerza puede llegar a ver la salida del sol y tal vez algún día la herirá el rayo verde, si no lo fue en vida cuando sorprendida se dejó hacer por el destino...
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