viernes, 3 de abril de 2015

La que se avecina

Aquí los frangipanis no están en el cementerio como en Pemba o en las calles de Carolina. Aquí están en el jardín de Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, que es el edificio que tengo delante del hotel en el que por ahora duermo. Los frangipanis de aquí tienen un porte mayor y hasta las flores son mayores y más olorosas.

En el cementerio hay cualquier clase de árboles, cuervos que graznan en las copas y las lagartijas de aquí, con las colas y las cabezas anaranjadas, el cuerpo parduzco y esta franja gris azulada que une el tronco con la cola. Las tumbas recorren buena parte de los dos últimos siglos de historia y puede verse desde las tumbas de los antiguos colonos, españoles y portugueses principalmente, con lápidas de piedra, hasta las que tienen apellidos guineanos recubiertas con azulejos. Están también las de los chinos y otras nacionalidades. Entre las tumbas está la del misionero, etnólogo y geógrafo claretiano Joaquim Joanola, natural de la Garrotxa que falleció en 1912 tras 27 años viviendo en Guinea Ecuatorial. Según se escribe fue el primer europeo en explorar el área de Moka y que conoció al Jefe bubi, la etnia predominante en Bioko entonces, que se hacía llamar El Invisible y al que le hizo reconocer, ve tú a saber de qué manera, la soberanía española de la isla. Esto es lo que aparece en la lápida, pero hay una buena documentación en Internet sobre él para curiosos que quieran profundizar. Singular personaje al que habría que conceder el beneficio del contexto histórico del periodo que le tocó vivir. Imaginemos la situación de España perdiendo todo el imperio colonial y casi ninguneada por las grandes potencias. Imaginemos la actitud del misionero evangelizador de entonces. Imaginemos el ansia de conocer, saber y explicarse el mundo. El despropósito y el abuso del colonialismo siguen aún pesando con razón como una losa. No creo además que se pueda, ni se deba, juzgar sin una mirada compasiva, especialmente con los más débiles.

Seguramente tras cada lápida hay una historia más o menos reconocible. Desde las que tienen mayor resonancia hasta las más calladas, todas igualmente valiosas o no.

El cementerio está cerca del hospital de Malabo y en los límites del Distrito Urbano de Ela Ngema, antiguamente de San Fernando. Es uno de los más populosos y con personalidad propia de esta zona oriental de Malabo. Lo recorro después de haber pasado por la orilla del Rio Cónsul en su tramo previo a la desembocadura, donde se arraciman viviendas precarias y peligrosamente situadas en caso de crecida. Aquí viven, como siempre los más pobres, expuestos a los mayores riesgos. 

Pese a ser Viernes Santo hay una febril actividad: los sastres, los peluqueros, los vendedores de cualquier cosa, los reparadores de ordenadores, los de neumáticos, los consultorios de médicos chinos, las que lavan ropa y las que bañan a los niños.  Hace un calor sofocante y húmedo y el aire huele a quemado. Lo que más quisiera es beber alguna cosa. Es una lástima que el bar “La que se avecina” regentado premonitoriamente por Sofía Fatala esté cerrado.





Dos fotos del Cementerio de Malabo









Nuestro personaje el primero sentado a la derecha. Fuente: http://maiadosquers.blogspot.com/2012/05/joaquim-juanola-i-rovira-1853-1912.html 

2 comentarios:

  1. Leerte en este momento desde Suiza... Me ha hecho reflexionar sobre la distinta realidad, de los dos paises ... Y sobre el mundo que vivimos ... Cuidate !!!!

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    1. Efectivamente Isabel, deben ser tan distintos como el día y la noche, desde todos los puntos de vista, el físico, el geográfico, el cultural, el sociológico... todo... todo es diferente. Entonces magnífica oportunidad para intentar integrar, para intentar comprender, para tratar de explicarnos y reconocernos. Nada diferente de lo que somos todos y tratamos de hacer en lo cotidiano. Qué te he de decir a ti, que lo practicas y lo vives un tu día a día... y que en tantas cosas, al menos para mi, eres un referente y una ayuda. Gracias de nuevo.

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