sábado, 29 de marzo de 2014

Médicos

Sigo aspirando lo que me trae el aire y la luz. Quiero que entre y que se quede. Como tantas mañanas y tardes de tantos rincones. Siento como si me quedara poco tiempo y no habré incorporado más que algunas cosas y que quedará tanto por hacer y por vivir. Pero siempre es así. Tanto es así que no me voy a entristecer por lo que no veré sino que me alegraré por lo vivido. Otro regalo sin mesura de la vida.


Ayer fue el día del médico y me sumé al acto. Llegaron de toda la provincia y del hospital. El acto fue sencillo, con aquellos toques de emotividad que ayudan a recompensar el trabajo abnegado y sin medios. Un trabajo en el que no es posible decir la palabra no. La verdad no somos muchos, muchos de fuer (ay, si pudiera saber dónde está el adentro y el afuera…). Así hice algunas cuentas. Diecisiete de los distritos, un médico en cada uno. Esto es decir alguna cosa como un médico para una población media de 100.000 personas. Si, lo han leído bien. Luego están los del hospital. Unos diez médicos cubanos, otros ocho coreanos y cinco o seis mozambiqueños. Luego, los que trabajan en la gestión, en la planificación y en las ONGs. Tal vez seis o siete. Esta es la tierra de donde no hay doctoras ni doctores. Como casi toda África.  Detrás de cada uno, una vida que apenas atisbo, pero que puedo reconocer en el cruce de las miradas. Sé que ahora, con esto, basta. Es como sentirse entre hermanos.


El friso de un consultorio de pediatría.



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