Sala de espera`
Las salas de
espera de los hospitales están debajo de un árbol de mango o de un árbol de
anacardo. Estos árboles tienen una copa generosa y dan una sombra protectora
que puede cobijar a mucha gente. Las familias de los pacientes ingresados
esperan allí mientras los visitan. Sin embargo, no pocas veces son los pacientes que se valen los
que salen hasta allá para visitar a los visitantes. Los que esperan, que más que una esoera es unm estar, suelen ser las
familias extendidas con predominio de mujeres de todas las edades, por esto se concentran muchas personas para cada paciente.
Generalmente son familiares que acuden de muy lejos. También hay ingresados que nunca reciben visitas. Estos permanecen resignados en sus camas. Nadie les viene a ver.
Estas salas de
espera se convierten muchas veces en casas de espera. En efecto, la sala de
espera se transforma en casa cuando extienden las esteras sobre las que se
sientan, comen, comparten o duermen. La espera no será de horas, será de días y
allí permanecerán.
Cerca de la
estera y protegido por cuatro piedras, con carbón o con leña, hacen nacer el
fuego en el que cocinarán. Es esta época del año será maíz o arroz y es seguro
que lo compartirán con las familias de las esteras próximas. También lavarán.
Lavarán la ropa, lavarán los platos, se lavarán. Veremos las capulanas, tendidas sobre la hierba, puestas a secar.
Llevarán las cazuelas lavar. Buscarán un
rincón recogido, en la extensión del terreno del hospital, para lavarse ellos
mismos o a los propios pacientes. De vez en cuando viajarán hasta las letrinas.
Otras veces se levantarán para llegar hasta las habitaciones de los pacientes.
Hay
muchas madres con niños pequeños a los que darán de mamar, que lavarán, con los
que jugarán, pero la mayoría del tiempo estarán sobre su espalda o su regazo
sostenidos por una capulana hábilmente anudada. Son niños que duermen o que miran
callados lo que les rodea. Los adultos mayormente estarán sobre la estera,
sentados, durmiendo o conversando. Cuando conversan lo hacen en voz baja. La
misma que utilizamos cuando hay enfermos cerca. Y a fe que los hay.
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