Silencio
Una de las cosas
más importantes que estoy en proceso de aprender aquí es el uso y la forma del
diálogo. Yo tengo, entre muchas otras cosas a mejorar, un pésimo uso del
diálogo. Esta es una de las innumerables cosas que aún me quedan por aprender y
el tempo se acorta. Seguramente aquí he aprendido algo que espero me sirva para
el futuro. Ahora he sido consciente. Espero que, tras la interiorización, con la
práctica y alguna ayuda me permitan fijarlo.
Observar la forma
de hablar: el uso de la palabra, la entonación, el ritmo, el volumen, el gesto,
la mirada y otros detalles generales, junto con aquellos más particulares y
específicos de cada persona, es el medio inagotable y generoso de esta enseñanza.
Aquí el diálogo es una experiencia fascinante. Lo primero que dice la gente
cuando habla es expresar agradecimiento por poder hacerlo y segundo pidiendo
permiso. Luego expone. Mientras, quién lo escucha ya sea uno o varios, callan y
respetan. Luego, cuando se termina de hablar, hay una pausa, no muy larga pero
si suficiente para que se note. Como si en aquella pausa se condensara el
entendimiento de lo dicho y el planteo de una réplica que no solo tuviera en
cuenta lo que previamente se ha expresado, sino que encuentra el modo de
incorporar aquello que acaba de ser dicho, de forma que lo nuevo, lo que va a
ser lanzado al auditorio, es la una evolución de una idea enriquecida por los aportes
de los interlocutores. El silencio puebla las conversaciones con tanta o más
presencias que lo propiamente dicho. A veces, desde mi punto de vista, toma una
densidad exagerada, que quizás se deba a la incapacidad de soportar aquel
silencio que interpelará mi ansiedad por salir al trapo. Aprender a saborear y
aprender del silencio y no solo a contenerlo, hará que las palabras y las pausa
sean riqueza que se suma a la construcción de la relación personal. Quizás esto
tenga que ver con que es la conversación el soporte de los acuerdos, de lo
pronunciado, del camino a seguir. También para construirnos cada uno de
nosotros como personas y constituirnos a través sentido, de lo pensado, de lo
dicho y lo hecho. La falta del soporte escrito, de la constancia documental ha
de verse sustituida por la solemnidad del verbo dicho. ¿O no será justamente lo
contrario?
Hay también
lenguaje atropellado, mentira, invento, fantasía, verborrea. Claro, todo esto
está muy presente también. Pero de esto no estaba hablando.
El descubrimiento
de esta capacidad y competencia del diálogo, seguramente más presente en las
áreas rurales que en las incipientemente urbanas, tiene aquella condición y presencia
de momento importante que, por otra parte, no impide la sonrisa o el ingenio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario