viernes, 28 de marzo de 2014

Werther

Respecto al avión malayo desparecido tengo una teoría que ha sido ya invocada. Creo que se trata de un suicidio. Es un suicidio imitativo o contagioso. Es conocida la contagiosidad de los suicidios, aunque muchos la niegan. No es un contagio del modo microbiano, se trata de algo más complejo y que remueve otro tipo de resortes emocionales. Cuando trabajaba como médico de cabecera viví varias veces en mi práctica esta situación. Lo recuerdo aún con tal viveza como si fuera ahora. Los suicidios de nuestros pacientes me marcaron mucho. Tras algunos de ellos y coincidiendo con otros acontecimiento fue que empecé a ir a los grupos Balint, pero esto es otra historia en la que ahora no voy a entrar.

El hecho no fue muy aireado en la prensa porque coincidió con otros dos accidentes a en las mismas fechas: el helicóptero de Glasgow y otro accidente de tren en NY. Un piloto de las Líneas Aéreas Mozambicanas (LAM) se suicidó en Namibia desviando la trayectoria del avión y estrellándose, junto con una treintena de personas más, en el parque natural de Bwabwata, en Namibia. Su suicidio fue contagiado por el de su hijo. Tampoco me extenderé mucho en esa historia.

Se da la curiosa circunstancia que seguramente los errores del accidente de la LAM, respecto a las precauciones a tomar en el caso de cambio de rumbo, fueron aprendidos y corregidos por el presunto suicida de la Malaysia Airlines. Quizás tenga que envainármela y pedir disculpas. Lo haré. Pero ahora adelanto esta hipótesis, porque me parece la más plausible. Lo terrible, lo que produce frío y pánico es que tenga que quién opte por este camino escoja tanta compañía. Esto desconcierta y agrega una dimensión desconocida.


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