lunes, 16 de septiembre de 2013

Matria

Tengo la suerte o la pena del desarraigo. Soy de donde estoy. Y si he de decir de donde geográficamente soy puedo optar por las respuestas oficiales: España, Cataluña, Barcelona… o puedo hacerlo por las del sentimiento y entonces sería del Putxet y del Mundo. Si he de decir de donde realmente me siento en cada momento, entonces tengo que decir que me siento del lugar en el que estoy. Ahora es Mozambique. Cuando estoy en Marruecos es Marruecos. Yo sé que esto desilusiona a casi todos, pero no puedo hacer otra cosa. Me sale así.

Esto no excluye que siga con un particular interés las cosas que suceden en España, Cataluña y Barcelona. Y cuando digo cosas me refiero principalmente a la política, a la cultura, a los deportes y a la economía, a la ciencia y a la salud. Con menos intensidad sigo también las cosas que suceden en los lugares en los que he vivido. Pero en honor a la verdad lo sigo en tanto que son los lugares en los que viven personas a las que quiero.

También con igual intensidad sigo estos mismos temas sin importar el lugar del mundo en los que pasan. También me gusta analizar las perspectivas y los porqués estos hechos tienen mayor o menos trascendencia según donde suceden y según el poder quienes los realizan, deciden, dirigen, lideran, sufren, padecen y hasta mueren.

Leer o seguir lo que sucede  me provoca no pocas emociones. Especialmente las que sublevan lo que tengo por valores. Y cuando más importantes sean estos valores más me subleva. Digamos que todo lo que afecta a la libertad, al amor y la solidaridad, a la justicia y a la democracia, al trabajo y al esfuerzo.

Escribo sobre esto porque esta semana pasaron los hechos de la Diada en Cataluña. Siempre que puedo voy. Me motiva participar en las manifestaciones en las que las causas que se defienden valen la pena. He de reconocerlo, también me interesa observar de primera mano lo que sucede y como sucede. Después de vivirla, no solo esta sino la de los años anteriores constato la progresiva separación entre la dinámica de la gente y la de los partidos políticos. También observo la progresiva emocionalización (perdón por el palabro) de la política, por activa y por pasiva. Y la escasa capacidad para comprender y encauzar los anhelos de la calle y la cada vez más visible acción para la defensa de los intereses del poder económico que se antepone generalmente a las necesidades de la gente (no pocas veces me pregunto porqué a las víctimas les gusta votar a sus verdugos).  Porque ¿vale la pena tener una estructura social y económica como la que tenemos sólo que más pequeña? Defensor como soy de la redistribución en el contexto del estado estacionario y de borrar líneas en los mapas, casi nada de lo que veo apunta en este sentido.


Pero vuelta al principio. Lo que considero mi verdadera patria, ¿o debiera decir matria?, es el escaso metro cuadrado, siempre tan móvil, que sostiene el abrazo que doy y el que recibo.


2 comentarios:

  1. http://www.elperiodico.com/es/noticias/al-contrataque/uno-mayoria-silenciosa-2659109
    Deixo aquesta carta de Jordi Évole que explica molt clarament el meu pensament.
    Muy inteligente tu escrito José Luis !!!

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  2. Fantàstica carta de l'Évole. Aquest senyor m'agrada molt. Que no perdi mai la descarada frescura i educació que li permet abordar els temes més complexos, punyents i comunicar-los tant bé. És un pedagog social de primer ordre. Gràcies Isabel per compartir-ho.

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