Matria
Tengo la suerte o
la pena del desarraigo. Soy de donde estoy. Y si he de decir de donde
geográficamente soy puedo optar por las respuestas oficiales: España, Cataluña,
Barcelona… o puedo hacerlo por las del sentimiento y entonces sería del Putxet
y del Mundo. Si he de decir de donde realmente me siento en cada momento,
entonces tengo que decir que me siento del lugar en el que estoy. Ahora es
Mozambique. Cuando estoy en Marruecos es Marruecos. Yo sé que esto desilusiona
a casi todos, pero no puedo hacer otra cosa. Me sale así.
Esto no excluye
que siga con un particular interés las cosas que suceden en España, Cataluña y
Barcelona. Y cuando digo cosas me refiero principalmente a la política, a la
cultura, a los deportes y a la economía, a la ciencia y a la salud. Con menos
intensidad sigo también las cosas que suceden en los lugares en los que he
vivido. Pero en honor a la verdad lo sigo en tanto que son los lugares en los
que viven personas a las que quiero.
También con igual
intensidad sigo estos mismos temas sin importar el lugar del mundo en los que
pasan. También me gusta analizar las perspectivas y los porqués estos hechos
tienen mayor o menos trascendencia según donde suceden y según el poder quienes
los realizan, deciden, dirigen, lideran, sufren, padecen y hasta mueren.
Leer o seguir lo
que sucede me provoca no pocas
emociones. Especialmente las que sublevan lo que tengo por valores. Y cuando
más importantes sean estos valores más me subleva. Digamos que todo lo que
afecta a la libertad, al amor y la solidaridad, a la justicia y a la
democracia, al trabajo y al esfuerzo.
Escribo sobre
esto porque esta semana pasaron los hechos de la Diada en Cataluña. Siempre que
puedo voy. Me motiva participar en las manifestaciones en las que las causas
que se defienden valen la pena. He de reconocerlo, también me interesa observar
de primera mano lo que sucede y como sucede. Después de vivirla, no solo esta
sino la de los años anteriores constato la progresiva separación entre la
dinámica de la gente y la de los partidos políticos. También observo la progresiva emocionalización (perdón por el palabro) de la política, por activa y por pasiva. Y la escasa capacidad para comprender
y encauzar los anhelos de la calle y la cada vez más visible acción para la
defensa de los intereses del poder económico que se antepone generalmente a las
necesidades de la gente (no pocas veces me pregunto porqué a las víctimas les gusta
votar a sus verdugos). Porque ¿vale la
pena tener una estructura social y económica como la que tenemos sólo que más
pequeña? Defensor como soy de la redistribución en el contexto del estado
estacionario y de borrar líneas en los mapas, casi nada de lo que veo apunta en este sentido.
Pero vuelta al principio.
Lo que considero mi verdadera patria, ¿o debiera decir matria?, es el escaso
metro cuadrado, siempre tan móvil, que sostiene el abrazo que doy y el que
recibo.
http://www.elperiodico.com/es/noticias/al-contrataque/uno-mayoria-silenciosa-2659109
ResponderEliminarDeixo aquesta carta de Jordi Évole que explica molt clarament el meu pensament.
Muy inteligente tu escrito José Luis !!!
Fantàstica carta de l'Évole. Aquest senyor m'agrada molt. Que no perdi mai la descarada frescura i educació que li permet abordar els temes més complexos, punyents i comunicar-los tant bé. És un pedagog social de primer ordre. Gràcies Isabel per compartir-ho.
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