Silencio
Casi siempre
escribo en silencio. Pero hoy me acompaña la música: la Suite
Bergamasque de Debusssy, Sygur Ros y Tom Waits… Es extraño escribir con música.
No me gusta mucho pero voy a ver qué pasa hoy haciéndolo. Es como si su influjo
empujara las letras o las desplazara. La ideas también son afectadas por ella,
lo cual no tiene porqué ser necesariamente malo. Es como un estado alterado de
consciencia. Y estas músicas que escucho hoy, en este
lugar tan distante de donde fueron creadas, parece que se van a perder o no van a encontrar el acomodo.
Pero me doy cuenta que sí, que persisten, se esparcen y que llenan al menos la
atmósfera pequeña de la habitación y quién sabe si se escapen afuera, hacia el
mar, en pos de la luna, a través de la tela mosquitera de la ventana.
También hoy mi colega
de trabajo ha estado acompañado por la música toda la mañana. Era música
religiosa de Tanzania. No lo supe hasta el final, cuando le pregunté. A ratos
creí estar escuchando los coros ingleses de Cambridge, pero con un ritmo
especial que solo son capaces de conseguir los cantantes de aquí. Es como un
mecerse con un fondo energético que te mantiene el ánimo prodigiosamente vital.
La música tiene la virtud de sostener el mundo en medio de cualquier tribulación.
Ante ella, la palabra calla. Como ahora…
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