Camino
de Montepuez
Salimos
de Pemba después de haber desayunado y de comprar algunas provisiones. Enfilamos
la carretera que lleva primero al aeropuerto y luego seguimos rumbo a
Montepuez.
Lo
que más me llama la atención es ver la gran cantidad de baobabs en el camino.
Este árbol sorprendente y mágico que asoma tras cada curva para recordarme Le
Petit Prince y pensar en el tema de las ideas negativas. Estas que si las
dejamos crecer nos destruyen. Hacer crecer o al menos crear condiciones para
que crezcan las buenas creo que es una condición básica para que la vida sea
digna de tal nombre. Esta es la
responsabilidad nuestra como seres humanos y es irrenunciable.
Cuando tenga la oportunidad voy a detenerme y tomar alguna foto para colocarla en el blog.
Atravesamos
varios poblados por el camino. Las casas exteriormente responden a un tipo común.
Las paredes hechas con adobe y troncos de bambú horizontales, que separan las
diversas hileras de adobe. Con un techado rectangular de cuatro vertientes
realizado con hierbas que recogen en el mato. La gente, toda en el exterior.
Muchos vendiendo productos de sus machambas, el nombre con el que denominan a
sus huertos. La mujeres, muchas de ellas trasportando fardos enormes en la
cabeza, visten capolanas preciosas.
También están pendientes las fotos de las casas y de las capolanas. También la de alguna machamba. Sé que escribir estas palabras y no describirlas mejor no tiene perdón, pero todo llegará.
Las fotos muestran de arriba abajo una calle de Montepuez, una escena en el mercado de la ciudad y dos vistas del quintal de medicusmundi, en el que me alojo y trabajo estos días.
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