lunes, 15 de julio de 2013

Momentos de la primera semana

Primer momento.
Es cierto que me caracteriza una cierta curiosidad por las cosas que me rodean. Una de las cosas que atraen más mi curiosidad son los espacios. No importa cual sean estos. Necesito tener una idea de los mismos. Saber con que estoy lidiando. Cómo es el territorio que me rodea y el que a veces, si me interesa mucho, habito. Este afán de curiosidad tiene sus riesgos. Sucedió el primer domingo. Guiado por este instinto natural de ubicarme en el espacio que tengo, es decir saber donde están los puntos cardinales, los accidentes geográficos más cercanos que pueden ser referencia en caso de despiste, saber donde está el mar o los ríos, la alturas relativas del terreno para saber si asciendo o desciendo y donde los árboles crían el liquen y muchos más detalles que no voy a escribir ahora, me dirigí hacia la zona del puerto pues pensé que quizás hubiera una cierta actividad comercial. Buscaba un módem para conectar mi computadora y así empezar a estar mínimamente comunicado. Encontré la tienda deseada. Cogí el número para la cola. Esperé. Un tablero luminoso me indicó que ya era mi turno. Me atendieron. Conseguí lo que quería. Pagué y salí. Al salir unos indicadores turísticos indican al viajero los lugares de interés desde el punto de vista histórico y artístico. Cómo era relativamente pronto los seguí. Vi algunos de ellos. Me llamó la atención la vieja fortaleza de Maputo. La rodeé. Los viejos muros me recordaron otras fortalezas. Vi bastantes policías armados con ametralladoras y me vino a la cabeza la bandera del país. Seguí por una avenida que ascendía desde el puerto y a la altura de un parque que debió haber tenido más esplendor del que ostentaba me rodearon cuatro individuos. Dos de ellos me mostraron una carnets de policía y me exigieron el pasaporte. Otro de ellos llevaba unas esposas que relucían en la mañana luminosa de un Maputo dominical y casi desértico. No llevaba el pasaporte. Lo dejé en el apartamento. Me dijeron que era un delito no llevarlo y que me iban a llevar preso. No entendía esta desproporción. Me ofrecí a irlo a buscar y mostrarlo. Se negaron. Pedí hacer una llamada de teléfono y me la negaron. Me dijeron que me iban a llevar a la comisaria y que no buscara broncas. De pronto vi una camioneta de la policía uniformada y pedí que me acercaran a ella. Accedieron. Entre tanto me preguntaban cuanto dinero llevaba encima. No hice caso a la pregunta mientras me acercaba a la patrulla. En el ínterin se habían acercado dos hombre más y una mujer. Eran ya siete y yo. Hablé con la policía pidiendo una justificación delante de todo aquello. No me hicieron caso y me dejaron en manos de los presuntos policías de paisano que seguían preguntando cuanto dinero llevaba encima. Les di lo que llevaba y partieron. Regresé hacia el apartamento, no sin antes hablar un rato con un hombre que desde una terraza había estado observando la escena. Después de conversar sobre lo sucedido me aconsejó que no circulara solo por aquella zona. Especialmente si estaba poco frecuentada.

Cuatro días más tarde, leyendo la guía de Mozambique, que casi devoré de una tirada, de la editorial Laertes, el autor José Luis Aznar escribe cuando aborda el tema de la seguridad: También, es mejor llevar encima el original del pasaporte, una fotocopia del mismo es un motivo perfecto para que la policía intente sacarnos el dinero. Too late my friend!


Segundo momento
Es el segundo día y estoy en la ducha después de levantarme. Deben ser como las seis y poco de la mañana. Está amaneciendo. Me enjabono. Paso esta especie de esponja hecha de esta red como anudada que va tan bien para lavarse por el brazo y me descubro justo en la flexura del codo una tirita circular, de estas que te ponen después que te han hecho una extracción de sangre. Lo miro muy extrañado. Me pregunto que hace esto aquí. La retiro y me parece ver un mínimo hematoma debajo. Esto no había estado el día anterior, ni el anterior, ni el otro. Empiezo a pensar. En las últimas dos semanas me han sacado sangre dos veces. Una para operarme de la catarata del ojo derecho y la otra para el examen médico de aptitud del servicio de prevención de riesgos laborales. Un examen que quién sabe cuando llegará. Pero de esto último hace más de una semana. Tal vez pienso, la tirita se hubiera podido quedar en la manga del pijama y durante la noche se hubiera quedado adherida justo en la flexura del codo. El pijama lo he utilizado muy poco y lo lavé antes del viaje. Pero aún así puede haber sucedido. Es extraño de verdad. No puedo imaginar que aquella noche, en la que dormí tan profundamente, alguien me haya vuelto a quitar sangre.

Tercer momento

Acaba de anochecer y salgo a la calle a por algo de comer. Pienso en lo rico que estaría comer papaya y plátanos con un poco de yogur. Veo unos puestos en la acera de una de las calles cercanas al edificio en el que me quedo. Pido a la señora que atiende la mejor papaya para comer dentro de un rato. Estará riquísima. La papaya o fruta bomba o lechosa o mamão, nombres con los que la he conocido, es para mi como una medicina preventiva que me limpian por dentro.  

4 comentarios:

  1. JL, avui he recordat un llibre que vaig mitg-llegir en la meva estada a Beira. He buscat x la red i l'he trovat: es diu Terra Sonambula, es la historia de Muidinga y Tuahir, que durant la guerra civil llegeixen histories trobadas en uns fulls dins d'una maleta. No vaig acabar-lo de llegir, potser ho fare aquest estiu si el trobo a Barcelona. L'autor es Mia Couto. T'agradara (penso)

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  2. Gràcies Isabel, el buscaré. He trobat un link que fa venir ganes de llegir-ho a més de la teva recomanació: http://resumoterrasonambula.blogspot.com/2011/11/resumo-do-livro-terra-sonambula-mia.html

    Relacionat amb això, amb la literatura... Ahir vaig anar a l'Ajuntament de Maputo a una reunió de seguiment d'uns dels projectes que en l'àmbit de la salut està duent a terme medicusmundi amb el finançament de l'Ajuntament de Barcelona.
    Entre d'altres coses vaig saber que, en l'àmbit d'una altre cooperació, l'Ajuntament de Bcn havia estat donant suport a la recuperació de contes de la tradició oral de Moçambic, com un suport per a la formació en valors, per a la mantenir viva la tradició oral i evitar que es perdi. Aquests contes eren narrats, transcrits, re escrits i il·luminats amb dibuixos fets per artistes d'aquí. Formen part d'una colecció anomenada "Oràlia" i es poden trobar a la Fundació Contes pel Món. http://www.contespelmon.org/eshop/ca/3-oralia

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  3. Em sembla preciós, lo de recuperar contes...El autor Mia Couto crec que ho fa en els seus llibres. Es molt gratificant constatar que hi ha tant riquesa cultural arreu del món i gent interessada. xxx

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  4. Hola Josep Lluís... fa dies que no m'he pogut llegir el teu blog...i veig que ets molt productiu... llegint aquesta pàgina dels "momentos" se m'ha acudit que podries anar fent un recull de totes i, al final, pot ser un llibre de contes o d'històries..algunes sorprenents, com la de la tireta....

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