Reunión en el Ministerio de Saúde
- Maputo
Esta semana he pasado dos días, el
lunes y el martes, en la Reunión Nacional de
Planificación en la sede del Ministerio de Saúde, en Maputo.
Realmente ha sido una feliz coincidencia porque me permitió conocer
a buena parte de las personas que han de ser mis referentes en el
trabajo que voy a hacer en Mozambique. No voy a explicar lo que pasó
desde el punto de vista profesional más allá de decir que me fue
muy útil. Sentí mucho respeto y admiración por todo lo que sucedió
y por el grado de implicación y por las “ganas” que vi por todos
lados. Desde un ministro comprometido, implicado y motivador: un
verdadero líder, hasta profesionales jóvenes que trabajan en
provincias remotas que en condiciones difíciles hicieron
aportaciones de gran calidad.
Pero lo que más me
emocionó fue la presencia de una enfermera ya mayor en edad pero no
en energía, Su nombre era Margarida. Ella defendía apasionadamente
la salud pública. Explicaba las historias de antaño como quién
enseña. Hacía precisiones sobre la forma de hacer las cosas. Se
notaba que tenía un conocimiento exhaustivo, preciso y riguroso de
la información sobre la salud. Apostillaba en todas las ocasiones
que lo requerían en busca del rigor y huyendo de cualquier
frivolidad, pero con la pasión de quién ha hecho de la salud
pública no sé si su vida, pero una buena parte de ella.
Su semblante serio,
concentrado, atento, quizás con una soledad querida o encontrada. No
lo sé muy bien. Quizás también tenga otras personalidades que le
hayan permitido estar muy próximas a la gente. Solo transmito
sensaciones rápidas, nada objetivas, pero que me permitían saber
que estaba delante de alguien especial. Que podía saber que bebía
una ciencia antigua y nueva a la vez. Una voluntad de ser y de
permanecer.
Luego supe que Margarida
era Margarida Matsinhe, Premio de la Fundación Melinda y Bill Gates.
Nada es casual.
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