martes, 6 de agosto de 2013

Apagón

En esta época del año aquí en Pemba a las cinco de la tarde empieza a obscurecer. Uno ya sabe cómo son los atardeceres en el trópico, son rápidos. Dice Levi Strauss, en la introducción de los Triste Trópicos, que la puesta del sol en estas latitudes es como el óbolo de un divino avaro.  

El horario es el mismo que en Europa, pero resulta que Pemba está mucho más al este, sobre el mismo meridiano que pasaría entre el mar Negro y el mar Caspio. Además está en el hemisferio austral o sea que estamos en invierno y hay menos minutos de sol. Todo esto para decir que la noche es larga. Y es más larga si, como hoy, se va la luz. Entonces hay que prender una o dos velas, dosificar bien las baterías del ordenador y disfrutar, si se quiere, de las luces que se ven.

Como el apagón no es general veo a lo lejos las luces de algunos faroles de la carretera, a derecha e izquierda. También veo los faros de los vehículos que pasan y vehículos sin faros. En el cielo, para mi nuevo, la luz de las estrellas. En el mar, la luz de las barcas de los pescadores tanzanianos que, con reflectores de gas, atraen las sardinas y dibujan una hilera de luces, una constelación plana tendida en el agua.


Como en la casa hay libros, los leo. Me siento en la terraza y con la ayuda del frontal leo el inquietante cuento largo de Andrés Barba, Las manos pequeñas. Pequeña joya. Lo he leído de un tirón.

Mañana será otro día.

2 comentarios:

  1. Bona nit ... Mira al cel... Segur que veus moltes mes estrelles que a Barcelona

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  2. Amb tota seguretat... a a mes de veure'n més, és un repte descobrir el cel d'aquest hemisferi i les estrelles que el poblen. Ahir vaig veure Orion en una posició que no imaginava, però allà era...
    És l'altre cara de les coses...

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