lunes, 5 de agosto de 2013

Murcia

En estos días hay momentos de todo. Hoy me he ido un rato, con el pensamiento, a Murcia. A veces digo que si me pierdo que me busquen en varios sitios. Hay muchos, quizás demasiados. Uno de ellos es en un par de provincias españolas pegadas: Murcia y Almeria. No sé por qué me gustan tanto. Quizás por la aridez. Quizás porque allí el agua es un tesoro. Quizás por las ramblas llenas de adelfas. Quizás por las toponimias. Hasta es posible que por el zarangollo y la morcilla. Quién sabe. Quizás por los caminos al lado del mar que me enseñan a no desfallecer y a confiar. Quizás por el descanso en las minas de oro.

Pero este lugar me ha venido hoy a la cabeza por dos escritores, uno que descubrí hace bastante y otra que descubrí mucho más tarde. Son casi desconocidos por el gran público. De tan olvidados son casi invisibles. Lo han sido y seguro lo seguirán siendo. Pero me gustan, me emociona y esto basta. Y hoy han aparecido más que sus nombres, las ideas y emociones que me llenaron y espero seguir conservando.

Una, la poetisa, era, es porque nunca mueren, Josefina Soria. Manchega de Albacete, pero que vivió muchos años en Cartagena. Esa que decía sobre la palabra que "es un don tan hermoso, tan absolutamente inmerecido, que no puede haber nada capaz de enmudecernos”.  Escribía cosas como esta:

… Vamos juntos
Estamos avanzando a un mismo tiempo.
Sin arrogancia, en calma, comprendiendo.
Entre los dos apenas somos un deseo ahora.
Es por esto que alguna vez te llamo
Para decirte que no quiero nada.
Es solo cerciorarme que me escuchas.
Que estás ahí. Que tengo
Tu respuesta al alcance de la vida

(de: Tiempo en Calma, en Alzad la Voz, 1984)


El otro era, es porque nunca mueren, Miguel Espinosa. El autor de Escuela de Mandarines, La fea burguesía, Tríbada o Asklepios, el último griego, taladra la naturaleza humana para llegar a lo más profundo, intuyo por lo que de verdad rebosa, a través de sí mismo y de los que parece que no cuentan. No puedo poner un fragmento. Solo decir que existió, que existe.


Josefina y Miguel, ¿se habrán conocido en vida?



No hay comentarios:

Publicar un comentario