Sirviente
Hoy se han ido
todos a una formación. No debería casi mencionarlo. Sucede tan a menudo. Se han
levantado a las tres de la mañana y a las 8 habrán llegado a Pemba. Suerte que
aún no llueve. Si lloviera hubieran tenido que salir ayer o levantarse aún más
temprano. No sé cuándo volverán. Dicen que mañana o pasado mañana. Quizás me
digan algo, quizás no.
Ya ha pasado esto
tantas veces que debería estar acostumbrado. Pero no, no lo estoy. Me entra una
especie de enfermedad cuando sucede que me quedo a cargo de todo. Ya sé que he
visto de todo, o casi. Pero no me acostumbro. Yo creo que me rebelo. Me rebelo, pero callo. Y
claro, esto sale por algún lugar. Y creo que me sale para dentro. Es como si se
enquistara y reventara en algún lugar como detrás del estómago. Allí donde se
pierden las tripas, tocando a lo hondo. En el agujero aquel al que me da miedo
asomarme. Porque lo he visto. Me he metido algunas veces en el quirófano para
acompañar al cirujano que no es cirujano. Al técnico de cirugía este que
tenemos desde hace ya un año. Empezó casi sin saber y lo iba guiando. Yo he
visto demasiado todo esto y casi me atrevería a hacerlo, pero no. No lo hago.
No pierdo de
vista que yo solo soy el sirviente. Lo que tengo que tener esto más o menos
limpio y arreglado. No solo los cuartos y los utensilios. También los enfermos.
Suerte que mi mujer va a por el agua. También preparamos algo de comida para
los enfermos que no tienen familia. Las familias se suelen quedar en la tienda
aquella del cólera. O debajo la manguera. Allí cocinan para sus enfermos, pero
siempre hay alguno que se queda sin comida.
Hoy me tocará
pasar visita a los que vengan. En realidad ellos me deben considerar como
médico, pues esperan. Yo los miro, o los toco y les doy algún remedio o alguna
medicina. Sé que veo más de su interior cuando los toco y sé mejor lo que
tienen. O los ingreso. Los pincho si conviene. O los coso, llegado el caso. Sé
que no me gusta. Ya no me pregunto si debo. Pero ¿quién hay si ellos se van? Es
mejor que lo haga yo que nadie. Serán niños, mujeres, hombre, viejas, locos, jóvenes, embarazadas.Esto
será hoy, mañana y, probablemente, pasado mañana. Hasta que regresen.
También sé que ni
me preguntarán que pasó en su ausencia. Ni les importa, porque no pueden hacer
nada con el tiempo en que no estuvieron. Ni preguntarán cómo me fue. ¿Para qué?
Solo seguirá la rutina.
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