martes, 20 de agosto de 2013

Cangrejo ermitaño

El otro día, paseando por los manglares de Mecufi, vi un cangrejo ermitaño. El cangrejo ermitaño es un animal muy interesante porque, dado que nace sin caparazón que lo proteja, ha de buscar una concha de un caracol muerto para colonizarla. Es difícil saber cómo y cuándo le empezó a salir, pero le creció una parte de su cuerpo llamada pleópodo, en realidad una extremidad modificada,  que le sirve para agarrase a este caparazón. Caparazón que por cierto no durará siempre. Habrá de ir cambiándolo a lo largo de su vida para que vaya ajustándose, como parece natural, a la evolución de su tamaño.  Y, como parece más obvio que natural, en algunos de estos recambios habrá lucha, pues tendrá que competir con sus congéneres para hacerse con la más apropiada o quizás la más deseada. Los que no lo consiguen se ven obligados a vivir sin protección bajo rocas o piedras. No sé si estos, a la que puedan, van a ir a la busca de una concha o se van a quedar resignados a vivir, con muy poca movilidad, entre las piedras protectoras que en absoluto van a poder llevar consigo.

Le pusieron el nombre de ermitaño cuando para nada es un ermitaño. Es gregario, lo vi muy acompañado. Son también aficionados a escaparse si se les encierra. Precisan agua dulce y salada para vivir. Les encanta las cosas dulces, especialmente la pulpa de la cáscara del anacardo. Si cae cerca, irán a por ella.


Aunque habrá más de uno que piense:” … y todo esto a mi qué me importa”, por un momento tuve la duda de si estaba observando cangrejos ermitaños o seres humanos. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario